Los Valores del RUGBY
En un rugby cada vez más universal y profesionalizado todavía creemos que este deporte es mucho más que un fin en sí mismo sino ante todo un medio; es decir un vehículo o instrumento inigualable para la consecución de otros objetivos más nobles y supremos. En ese sentido, lograr que el juego conserve esos valores que lo hacen diferente y único constituye el punto de partida para que nuestro rugby continúe siendo una herramienta de transformación.
En definitiva, tenemos la obligación de seguir siendo los mismos a pesar de que todo cambie a nuestro alrededor. Debemos tener en claro que la masificación del rugby y el profesionalismo creciente, como así también sus consecuencias y derivaciones no son algo negativo en sí mismo ni mucho menos, sino -por sobre todo- un desafío y una oportunidad que nos pone a prueba a fin de conservar la filosofía y esencia de nuestro deporte.
Fijar correctamente nuestra escala de valores es esencial porque implica en gran medida mantener al deporte alejado de los males que el nuevo escenario puede traer aparejado: el éxito efímero, el deseo de ganar a cualquier precio y de cualquier manera, la perdida de las formas de una sana convivencia, la falta de respeto, el triunfo del individualismo y el egoísmo.
En tiempos de dudas y turbulencias como las actuales, bien vale una mirada calificada, la de un hombre adelantado a su tiempo. Décadas atrás, el legendarioVeco Villegas nos decía: “El rugby es un medio y no un fin en sí mismo; un medio para educar, para relacionarse y para divertirse… El rugby nunca quiso ser la meta final del que lo jugaba, sino el medio mediante el cual el hombre, al mismo tiempo que mejoraba su físico y su mente, mejoraba espiritualmente”.
Por otra parte el Veco anticipaba la lucha más relevante, que no es otra que la defensa de sus principios fundacionales. Decía: “El rugby vive una de sus más grandes batallas, que es la del propio juego con sus principios y tradiciones contra la presión del medio ambiente exterior…”. Esa lucidez y esa calidad de pensamiento es la que debe guiarnos en estos tiempos actuales.
Si entendemos a nuestro deporte en el sentido expresado, es decir como un medio para la consecución de otros objetivos, es natural que nuestra conducta apunte a estar rodeada de una serie de atributos que hacen a nuestra esencia como formativos: respeto, honestidad, espíritu de sacrificio y disciplina, entre otros. El respeto es un valor supremo y el atributo más importante, porque es la base de toda convivencia, ya sea social o deportiva.
Pero no solo a las personas se les debe respeto, sino a todo aquello que nos rodea. Además, el respeto no es sólo hacia las leyes o la actuación de las personas, por ejemplo. El respeto como valor cumple un papel muy importante en nuestras vidas, no solo en el deporte y sus relaciones. El respeto es la esencia de las relaciones humanas, de la vida en comunidad, del trabajo en equipo y de cualquier relación interpersonal.
Ello se debe a que el respeto crea un ambiente de cordialidad y seguridad; permite la aceptación de las limitaciones ajenas y el reconocimiento de las virtudes de los demás. Muchas veces se confunde al respeto con alguna conducta en particular como los buenos modales o la amabilidad, pero el respeto es algo diferente; el respeto es una actitud. En el ámbito del rugby, el respeto engloba muchos atributos porque el respeto es puntualidad, humildad y corrección, es sana convivencia y competencia leal; es hidalguía, mesura y corrección en el triunfo, y asimismo grandeza y reconocimiento en la derrota.
La honestidad es un valor indispensable para que las relaciones humanas se desenvuelvan en un ambiente de armonía y confianza, ya asegura y garantiza credibilidad en las personas. La honestidad como valor denota un concepto mucho más amplio y profundo que la que se desprende del término de uso cotidiano. Porque, a decir verdad, la honestidad no es solo honradez, ya ésta es tan solo una consecuencia de ser honestos y justos.
Ser honesto es ser siempre sincero en su comportamiento, palabras y afectos. Es guardar discreción y seriedad ante las confidencias y secretos personales. Honestidad significa en la práctica la ausencia absoluta de contradicciones entre nuestros pensamientos, palabras y acciones. Somos honestos cuando no nos engañamos, ni tampoco engañamos a los demás.
El hombre de rugby (entrenador, jugador y dirigente) es honesto cuando predica lo que verdaderamente piensa, y actúa conforme lo que dice. En definitiva, es honesto cuando es coherente con todo lo que dice, hace y piensa. Ser honesto es ser es ser auténtico y genuino, es ser cristalino y transparente. Por ello, es honesto quien logra desprenderse de la máscara que exhibe y se muestra tal cual es.
Ejercer el valor del sacrificio implica la ejecución de un esfuerzo extraordinario a fin de alcanzar un beneficio mayor, venciendo en el camino los propios gustos, intereses y comodidad. El sacrificio es un valor indispensable para superarnos. Ello se debe a la fuerza que imprime en nuestro carácter. Habitualmente algunos confunden sacrificio con sufrimiento. Sin embargo sacrificio es otra cosa. Es compromiso, superación y perseverancia. Es vocación de servicio al prójimo y respeto a uno mismo y a los demás.
El sacrificio como valor es saber apartarse de nuestras comodidades, de nuestro obrar muchas veces perezoso para poder servir a los demás. El espíritu de sacrificio no se logra con las buenas intenciones, se desarrolla haciendo esfuerzos. En el rugby como en la vida, el que vive el valor del sacrificio va por un camino de constante superación.
En su concepción etimológica la palabra disciplina hace referencia a la instrucción dada a un discípulo. Proviene de la raíz latina “discere” que significa aprender. Como habilidad mental la disciplina es la capacidad de enfocar nuestro propio esfuerzo en conseguir un fin. Implica hacer el máximo sacrificio y esfuerzo que este al alcance en pos de lograr un objetivo (significa dar el 100%).
En el rugby, la disciplina como valor, tiene como propósito el de amoldar el carácter y el comportamiento de una persona para conseguir la eficiencia máxima. La disciplina es la capacidad del carácter para controlar los impulsos. Por ello, la disciplina esta relacionada con nuestra capacidad de autocontrol. La disciplina es un valor esencial para la práctica del rugby y por ende todos la debemos custodiar y preservar.